Buenos días, hoy os voy a contar una extraña leyenda granadina que no muchas personas conocen.
Todo comenzó un 18 de julio de 1935, cuando los vecinos de este barrio trataron de encontrar una explicación lógica a los horribles gritos que rompían la noche, y aseguraban que no se trataba de algo humano. Ya hacía varios días que no se hablaba de otra cosa. Era raro el vecino que no había escuchado. El fenómeno no cesaba, y lo que en un principio parecía una tontería, pasó a convertirse en una importante preocupación. Los más mayores ya hablaban de fantasmas y almas en pena. Casi todo el mundo evitaba la calle cuando se ponía el sol, temerosos de un posible encuentro con el monstruo responsable de aquellos chillidos que helaban la sangre.
Hasta que una noche a finales de ese mismo mes, concretamente un 20 de julio, algo sucedió; y el vecindario pasó del temor al pánico. El párroco de la iglesia de Santa Ana se encontró con aquellos misteriosos gruñidos de los que todo el mundo hablaba. Armándose de valor, se asomó al río, y fue en ese momento cuando se encontró con la criatura. El religioso no podía creer lo que estaban contemplando sus ojos llenos de terror. Rosario en mano, echó a correr gritando que había visto un demonio.
Los gritos rompieron por completo el silencio que había a esas horas, y los vecinos no habían permanecido ajenos al escándalo que se libraba en la calle. Asomándose a los balcones todos preguntaban qué estaba pasando, pero todos obtuvieron la misma respuesta: Un demonio.
Ya nadie dudaba de la existencia del extraño ser. El protagonista del avistamiento no había sido otro que el mismísimo cura de Santa Ana, y lo que este señor decía —nunca mejor dicho— iba a misa. A raíz de este encuentro las apariciones se intensificaron. Aquellos que habían llegado a ver al supuesto duende insistían que no se trataba de un espectro sino de algo físico y creían que bajo la ciudad vivía una horrible criatura. Unos decían haberlo visto correr por el río y otros trepar por las plantas, que tenía alas y desaparecía; más que un duende, la gente lo consideraba un demonio.
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La gente ya no salía de sus casas de noche, cerraban todas las puertas y ventanas, y se tapaban la cabeza con las sábanas para no escuchar los gritos.
Fue entonces cuando las autoridades decidieron tomar cartas en el asunto antes de que se convirtiera en un problema de orden público, y buscaron las posibles causas por las que sucedían estos fenómenos.
Se buscó por todo el rio y se registró una vivienda de la calle Santa Ana, ya que se rumoreaba que residía una extraña mujer que tal vez fuera la responsable de estos ruidos, pero ni tal mujer existía, ni las primeras investigaciones dieron resultado alguno.
El caso traspasó las fronteras de la provincia cuando la prensa de la época se hizo eco de la noticia. Estos sucesos se repitieron durante todo el verano y después cesaron, pero nunca se pudo saber qué era aquella extraña criatura ni de donde provenían aquellos gritos.
Se dice que se trataba de una especie de duende y hoy en día, algunas noches de verano se siguen escuchando esos gritos. De hecho, hay un testimonio de una chica que hace años se sentaba todos los días aquí para disfrutar de las vistas, hasta que una noche de verano, descubrió a alguien sentado aquí.
Ella se sentó a su lado y comenzaron a hablar sobre la Alhambra, entonces ella le preguntó que cómo sabía tanto sobre esta, y él le respondió que ese era su hogar. La joven, extrañada, le preguntó cuál era su nombre, y él le respondió que era el duende del Río Darro.
Después de eso, el duende se adentró en el río, donde apareció una puerta reflejada en el agua, el duende desapareció, y no volvió a saber nada más de él, pero dicen que hay mucha gente que lo ha visto y que ha podido hablar con él.
¿Qué os ha parecido esta leyenda? ¿Creéis que puede ser real?